MIGUEL HERNÁNDEZ POETA: BIOGRAFÍA / joan pàmies

INICIÁNDONOS EN EL CONOCIMIENTO DE NUESTRO POETA

Saturday, February 12, 2022

 

CARTAS DE MIGUEL A JOSEFINA Y LOS JUGUETES

 A Josefina Manresa (174) Madrid, 4 de enero 1940

Mi querida Josefina: Ya estamos en el año nuevo y la vida nueva no ha empezado para ti y para mí todavía. Llevaremos esta vida vieja de los años pasados, que no han sido buenos, pero que, pensándolo bien, alguna alegría nos han dado. Tal día como hoy precisamente recibimos el año pasado la segunda alegría grande de nuestra vida: nuestro segundo hijo. Un año justo ha hecho esta madrugada, y recuerdo muy bien que la del año pasado, mientras tú te quedabas dando vueltas por la casa con el fuego encendido, iba yo calle abajo en busca de la tía y la comadrona. Me acuerdo muy bien de lo que pasó después, y del beso que le di a nuestro recién nacido cuando acabó de nacer. De todo eso me acuerdo y de mucho mas. Acuérdate tú de que mañana hará un año que te hice el primer caldo y no me salió malo del todo. Figúrate si me acordaré de vosotros, Josefina, si tendré ganas de veros. Y en estos días tan señalados para nosotros, las ganas son más que ganas. Pero me las aguanto y tengo paciencia; paciencia que a ti te falta más que a mí, lo veo en tus cartas y me da rabia que te desesperes. Espera, espera, Josefina. Nuestro sino, ya lo sabes, es esperar. Vendrá mi libertad y seremos felices. Hoy mismo no tienes razón para dejar de serlo. Tu hijo, sano, alegre, contigo, es la felicidad más grande del mundo. Alegrías y tristezas como las que él te dé, nadie te las dará. Ahora, a pesar de todo, sólo es alegría lo que re da. Ten ánimo, sé valiente, vive sin desesperación, por él y por ti. Deja a su padre, no te acuerdes con impaciencia de él, que un día llegará que le tengas con toda tu alma. No, Josefina. Yo te aseguro que no nos cansaremos ninguno de los dos del otro. Siempre he tenido hambre de Josefina y es una comida que no me hartará nunca. Además, es mucha el hambre que estoy reuniendo día tras día y no será posible dejarme satisfecho.

Manolillo de mi alma: sabrás que hoy has cumplido tu primer año y que tu padre te felicita como puede, desde tan lejos. Puesto que ya andas, ven aquí conmigo y aprenderás a ser hombre en la cárcel, donde tantos hombres desaprenden. Me dice tu madre que te gusta mucho el juguete que te he mandado y que te gusta más el biberón. Mejor. A mi me pasaría lo mismo. Yo también me...

[Falta el final de la carta. Un aviso del censor, escrito a lápiz azul cruzando la página, dice: «Ser breves o se rompen»~]





A Josefina Manresa (189)


Madrid, 22 de abril 1940



Mi querida esposa: Hace veinte días que no sé de ti. No quiero pensar que se deba a algo malo que te pasa y tengo ganas de saber a qué se debe. Esto no puede continuar así: esperando todos los días que me digas que nuestro hijo y tú estáis buenos. Porque quiero suponer que Manolillo ya está bien del todo y que tú sigues en pie, Josefina, me tienes preocupado. Has podido escribirme una tarjeta en estos veinte días que llevo pasados sin saber nada. No me digas que no has podido. Tú no sabes que esto no puede ser así. Por eso no lo has hecho. Si es que estáis enfermos mi hijo y tú, que me escriban Conchita o Gertrudis en seguida. Y te aconsejo que te pongas bien rápidamente, si estás mal, y si estás bien, mejor. Lo mismo te digo a ti, niño: no seas tonto y hazme caso: ponte con toda la salud de que eres capaz ahora mismo. Estoy haciendo para ti un perro que anda como los de verdad. En cuanto termine te lo mandaré, pero has de cuidar que no te muerda. No ladra ni come; morder y andar, sí. Y lo estoy haciendo de los más rabiosos para que tú lo ates en el patio y guarde la casa de los ladrones. Tiene las orejas muy largas para que les des tirones, y es de madera. A ver si te pones bueno o no te lo mando nunca. A ti, Josefina, también quiero hacerte una sortija de hueso para que cuando te la pongas te acuerdes de escribirme cada vez que la mires. Como sepa que no me has escrito por pereza, no vas a recibir carta mía en un mes. Tú sabes que soy vengativo. Y si no lo sabes, lo vas a saber. Sigo como siempre. No, miento: como siempre y un poco mejor. Las ganas de salir no se me quitan, pero me las aguanto muy bien. No estoy dispuesto a amargarme la existencia, por muy difícil de llevar adelante que sea en ciertas ocasiones, y procuro vivir con la mayor tranquilidad para tener fuerzas con que trabajar para vosotros, Josefina. Seguramente, si no os tuviera a mi hijo y a ti, no tendría este ánimo que tengo. Porque os soy necesario a los dos y tengo que luchar por vuestro bienestar, quiero salir de aquí habiendo aprovechado el tiempo y con los nervios tranquilos y fuertes. Piensa que vosotros, que Manolillo y tú, Josefina hermosa, también me sois necesarios para que la vida me parezca alegre y digna de vivirse. Procura siempre, no lo olvides, no desanimarte ni asustarte para seguir luchando hasta que nos veamos juntos. Entonces descansarás en mí de todas las luchas que sostienes ahora y yo me sentiré orgulloso de tener una mujer tan valiente. El jueves vendrán a verme Cossío y otros amigos. Creo que me darán alguna noticia interesante. Por ahora siguen las cosas igual. Ahora que, como te he dicho otras veces, empleo muy bien el tiempo estudiando, y apenas me acuerdo que estoy preso si no es por lo mucho que os echo de menos. Cuéntame de tu vida y de la de mi hijo. Dime con todo detalle qué os pasa. Quiero saber también de Carmen, que estará como para novio. Gertrudis me decía que parecías un filili y estoy seguro de que lo parecerás. Dime las cosas nuevas que dice, hace y se le ocurren a mi niño. Pronto cumplirá los dieciséis meses. ¿Qué ha hecho con la novia? Su suegro ha salido de aquí. Come cuanto puedas, baña a Manolillo, vive a la bartola, alégrate, cuídate, quiérete, duérmete, cálmate, tranquil ízate, serénate, bésate, quiéreme, quiéreme, escríbeme, tómame, recuérdame, bésame, nómbrame, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme, quiéreme. Te quiero, te recuerdo, te beso, te tomo, te quiero y a mi niño,


MIGUEL.






A Josefina Manresa (190)


Madrid, 29 de abril 194(1



Mi querida esposa: Tus dos cartas me han tranquilizado por completo. Ya era hora, Josefina. Me explico por qué no me llegó la otra. No vuelvas a mandarme nada en la carta, porque no me llegará ni una cosa ni otra. No debiera ser, pero así es. Por lo visto, Manolillo se ha repuesto de verdad y está dispuesto a tener más fuerza que antes. Me alegro. Y también me alegra que os paséis la noche de parte a parte sin acordaros de este mundo y de quien os quiere bien en él. A ver si es verdad que os encuentro fuertes y alegres a los dos cuando nos veamos, que espero sea pronto. Siempre espero lo mismo. Hoy o mañana vendrán Cossío, Aleixandre, un abogado que ha designado Cossío para mi causa y algún otro amigo, a darme noticias concretas. Si me las dan, te las contaré esta semana que viene. El dinero no lo has recibido porque Vergara ha ido a Sevilla. Pronto lo recibirás y, desde luego, nena, compra con él lo que quieras, una cabra o una vaca, que da más leche. Rodéate de animales por todas partes menos por una... Esa déjala para que la ocupe el más animal de todos tus animalillos. Pienso en el cacareo, cucuriquco, cocoriqucumicoculicuatuqueo que se organizará en el patio con esas gallinas tan ponedoras que tienes. Veo que estás hecha una campesina por los cuatro costados. Cuida de que al niño no le dé por cacarear también y por subirse sobre la mujer del gallo. Cuando me hablas de mi niño me entran más ganas de comérmelo a besos y de vivir con él. He terminado el perro. Anda muy bien. Ahora falta pintarlo. Esta semana te lo mandaré. Le gustará mucho a mi hijo. Es así:

Diibujo de un perro (perro con orejas grandes)

Le atarás un hilo a la trampa, y tirándole con suavidad, andará como los otros. Oye, Fina: no se te ocurra venir hasta que yo te lo diga.  Te digo ..que .. Te Quiero.. Para comunicar cinco minutos, y no poder verte como yo quiero y verte entre rejas, no vale la pena que hagas un viaje tan largo. Además, a ti te prueba poco viajar, y no creo que puedas hacer ese gasto sin quitártelo de comer. Ya nos veremos. Creo que te llamaré pronto. Desde aquí, si: no pienso ir por ahí, aunque lo siento por los padres. Ropa no necesito, alpargatas sí. Las que me mandaste las he roto. Mándame unas iguales, pero con mejor suela, porque es lo que se me ha roto de éstas. Me figuro lo que me has comprado en Callosa y tampoco te digo yo lo que me figuro que es, pero lo sé. A ver si he acertado. Josefina, como los calzoncillos que me has hecho sean como los que tengo aquí, no me los pondré. Tú no sabes el tormento que me dan en la huevera. Manolillo, tengo ganas de ver lo hombre que te has hecho, según la fama que te han puesto. Y, además, tengo ganas de abrazarte y de hacerte correr detrás de mí y de no sé cuántas cosas mías. Espero que pronto será y tú verás qué padre tienes. Yo también tengo ganas de saber cómo eres ya, y de quererte de cerca. Josefina, niño, os abraza y os besa con toda el alma

Adiós nena Vuestro


MíGUEL.





Josefina Manresa (191)


Madrid, 6 dc mayo 1940




Mi querida esposa: Esta mañana he recibido tu esperada carta semanal. Ayer recibí otra de Elvira. Bien, Josefina. Te veo hecha una mujer de esos campos, vendiendo y comprando pepes en los mercados. Sólo falta que te coloques un pañuelo a la cabeza y una faltriquera a la cintura. Colócatelos, que estarás muy bonita. Me gusta que sepas defenderte de la miseria, que es la miss más fea de este mundo. Me gusta verte valiente, aunque no quisiera que hubiésemos llegado hasta el extremo de tener que verte así. Siempre hubiera querido verte en tu casa, sin tener más preocupaciones que tu hijo, tus hermanos y yo. Ya descansarás, nena, ya descansarás de esas duras faenas que te acosan, y ya verás cómo la vida te agrada de verdad. Sé la vida que estás pasando, y sé que nuestro hijo aliviará todas tus penas. Me las alivia a mí, que estoy tan lejos de los dos. Los dos me dais una esperanza muy grande y una fuerza para vivir más grande todavía que la esperanza. A esperar se ha dicho y eso hemos de hacer tú y yo. Siento que no hayas podido comprar la vaca este mes. A ver si al que viene puedes, que te acuerdes de mi cuando la ordeñes por la mañana. Oye, Josefina: te ruego no te acampesines demasiado, porque no sé si luego voy a ser un buen descampesinador para descampesinizarte. A lo mejor, cuando vaya te hablo de amor y te da por cogerme los pepes para venderlos. Que no cambies mucho de carácter, no sea que tú tan fina y tan elegante, te me vuelvas tan tosca que pegues bofetadas para acariciar. Yo estoy procurando no hacerme el preso y conservar mis maneras de antes. Pero así y todo hay días que parezco un preso de verdad, de los de carrera, y se me olvida que he sido alguna vez un hombre todo corrección y finura. Josefina, sólo vuestro recuerdo y el de mi madre, me quitáis los colmillos que salen de tanto esperar aquí. Mira tú si será fuerte ese recuerdo. Bueno, a otra cosa. Sabrás que el perro ya va de camino, en busca de su querido amo. Lo he hecho yo y por eso me parece mejor juguete para mi Manolillo. Anda, pero en piso fino, y sobre maderas inclinadas anda solo. 








A Josefina Manresa (193)


Madrid, 13 (¡lagarto, lagarto!) de mayo 1940

Mi querida esposa: Esta semana sí que has contestado a prisa, Josefina. El sábado me llegó tu carta y veo que Manolillo no quiere estar bien del todo mucho tiempo. Dime si es que anda descalzo, que se ha resfriado, y si es que no tiene zapatos, o que le gusta llevarlos más en las manos que en los pies. El hijo de mi alma será como su madre y su padre, que tampoco les gusta llevar zapatos mucho tiempo. Me acuerdo ahora de aquellos zapatos que tanto daño te hacían, y que un día te los quitaste en la glorieta. Me hace feliz pensar y recordar aquellos días tan alegres de nuestra existencia, Josefina. Poco sabíamos del mundo todavía, y cuatro años después hemos aprendido demasiado cosas. No podemos quejarmos del tiempo que ha pasado: nos ha dado, entre varias desgracias, la alegría de juntarnos y dos hijos hermosos forjados en tu hermosa sangre. Nos da alguna suerte también para pasar por la mala situación por que pasamos y tengo la esperanza, nunca la he perdido ni la perderé, de que pronto te arrancaré de ese pueblo que, como tú dices, te ha traído cosas malas. Procura no echar raíces muy hondas en esa tierra, para que yo no trabaje mucho al arrancarte, aunque sé que tus raíces y las mías juntas, en cualquier parte del mundo se acomodarán, como seamos felices. Oye, nena: no seas tan impaciente para esperar mi carta. Suponte que un lunes no puedo escribirte: no quiero que sufras por tan poca cosa. Reserva tus sufrimientos para cosas de más importancia, que ya llevas bastante sufrido por todo. Quiero que no le dé tiempo a tu prima a rehacerte la casa y voy a ver si lo consigo. Cossío y el abogado volverán uno de estos días. No hay nada concreto, esa es la verdad. Pero algo habrá dentro de muy poco tiempo, ya que no cesan las gestiones para solucionar mi asunto. El perro no te habrá llegado porque me han dicho hoy que no han podido enviarlo en toda la semana. Creo que ésta sí que llegará con la lengua fuera de la boca a lamer las manos de Manolillo, que es lo que le he dicho que haga en cuanto llegue. Cuqui, ponte bueno, hijo, que cuando yo vaya te encuentre fuerte. Desde luego seguiré tus consejos y haré lo que tú creas que debo hacer. Si los hubiera seguido antes, a estas horas estaríamos donde están Poveda y Josefina trabajando. Pronto estaremos, te lo aseguro. Dime más cosas, mujer, de mi niño: si le has cortado el pelo, si tiene los ojos más negros o más claros, se ha echado otra novia, si pesa mucho, si habla más, si se pelea con los de su edad, si come con más gana. Me alegra mirar su fotografía, como si la viera por vez primera siempre. Todos los días le doy un repaso de ojos. Y no la beso porque no se me gaste con el roce. Mira, nena: siempre que recibas mi carta el miércoles, acuérdate de que a la misma hora, poco más o menos de doce y media a una, estoy dando un repaso a tu carta también. Yo lo hago y digo: a esta hora está mi señora leyendo mi carta y apartándose el pelo de la cara para poder leerle. Dime algo de ti. ¿Se te ha vuelto a poner rizado el pelo? Quisiera volver a verte con aquel pelo que tanto me gustaba. Dime cómo vais de comida y de todo lo demás. Di a las salvajes que espero que me escriban y me manden algún dibujo de esos tan bonitos que saben hacer. Yo estoy bien de todo, menos de calzado. Me gusta que sean de cintas negras las alpargatas. Dime si me las has mandado ya. Y yo procuraré decirte cosas que te alegren más que estas en lo sucesivo. Tengo ganas de hablar contigo mucho. Y con mi Manolillo. A ver si nos vemos pronto. Te quiero y le quiero

MIGUEL.











A A Josefina Manresa (216)


Ocaña, l de enero 1941



Mi querida Josefina: Ayer, fin de año, he sabido de ti con alegría que imaginarás. Y más grande ha sido viendo que estos días los has pasado con los padres, y que el nieto se da cuenta de quiénes son sus abuelos, a pesar de la poca frecuencia en verles. No ha sido otro el motivo de mi incomunicación que el traslado. Es, lo que se llama en lenguaje de prisión, el período, como cierto accidente mensual en la mujer. He pasado veinticinco días completamente solo, en una celda no muy caliente por cierto, sin poder hablar con nadie y dedicado exclusivamente a pensar en las personas que más quiero en el mundo y a releer tus cartas de todo el tiempo que llevamos sin vernos. Cuando he salido de la celda, los amigos que me aguardaban, me han recibido con una comida que más bien era un banquetazo, y, además, de turrón, jamón, pasteles, queso y frutas, ha habido cigarros puros y cigarrillos ingleses, y café moka. Dentro de unos días recibirás el menú completo y verás los nombres de los amigos con que me he reunido, gente toda ella conocida desde antes de la guerra y en ella misma. Después de esos veinticinco días nada agradables de pasar con sus miguitas de frío, cabreamiento y apetito general, una comida así me ha rehecho. Desde luego, aquí me encuentro muy bien, mucho mejor que en Palencia, y sólo me faltáis Manolillo y tú para sentirme feliz. Me conformaré por ahora con que me lleguéis en fotografía, y la espero hoy mismo con impaciencia. Me dice Fernando Fernández, hermano de Rafael Fernández, que además de las 150 pesetas de Vergara habrás recibido 

más. Dímelo, así como todo lo que recibas y quién te lo envía para saber que no se pierde nada.

Ahora, otra cosa. Por ferrocarril puede perderse lo que envíes, ya que no se permiten envíos de comestibles. Es, pues, conveniente que lo hagas por correo, aunque sea en varios paquetes. Me agrada tu idea de las mantecadas, y ya las espero con flato. Puedes enviarme las mantecadas y dátiles. Naranjas venden aquí a peseta el kilo. Y el pollo cómetelo a mi salud y la de todos nosotros.

Ya te diré cómo estás cuando te vea en la foto. Me gustaría que pudieras reunir un capitalito para venir esta primavera. Ahora hace mucho frío por aquí, y es mucho viaje para Manolillo y para ti. No sé cuándo nos veremos. Porque ese capital te será muy difícil tenerlo si no te ha tocado la lotería o no pones un puesto de miserias y penas, que se vendan caras y dejen dinero al bolsillo.

Hoy es el santo de mi hijo y mañana hace veinticinco años que viniste para mí a este mundo. Pero yo vine más que para ti, para lugares como este en que me encuentro, Josefina. Pero yo te aseguro que mi cariño a tu persona, nena, no se me va por eso, sino que es el mismo aumentado cada día.

Recibirás con cierta frecuencia carta mía firmada tal vez por algún amigo. Tú me contestarás siempre a mi nombre. Piensa y te explicarás por qué hago esto.

-¿Y tú qué dices, hijo? Me dirás si te gusta ese caballo y eso que te digo para tu cumpleaños. Pero te gustará muchísimo más el carro con el caballo de serrín que voy a enviarte dentro de poco, si no se pierde en el camino, como el perro. Bueno, Josefina y Mano-lillo, hasta la vuestra. Dime, Josefina si lo pasas bien. Recibiréis con mi cariño tan grande, grandes abrazos

MIGUEL.




A Josefina Manresa (243)

Ocaña, 11 de abril 1941


Mi querida esposa: Ya he escrito a Madrid para que se realice nuestro deseo de vernos en Alicante. Pero no será tan pronto como quisiéramos, Josefina. La pascua está en puertas y bien estará que sea para unas semanas después. No me mandes dinero. Si lo necesito yo te pediré. Josefina, he de decirte que me vas a ver sin pelo. Hoy todavía le llevo, y mañana a estas horas no. Es orden que nos pelemos todos, y pronto parecerá esto un melonar. Tan bonito que voy y tan rastrojo que me van a dejar. Lo siento por ti. También aguardo con impaciencia el momento de encontrarme con mi hijo en los brazos y verás como se le quita la vergüenza en cuanto le diga cuatro cosas y se dé cuenta de todo lo que soy suyo. Si puede ser, y haremos porque sea, comunicaremos de un modo especial para que no sea con rejas por en medio. Esto será cuestión de utilizar cualquier amistad que sirva para ello. Estoy seguro de encontrar hecho un hombre a nuestro niño y más hermoso que siempre. Y a ti, ¿cómo te encontraré? Tú eres una mujer que cambias poco: sólo que la lucha que llevas en este tiempo -me pienso- ha de dejar su huella en ti.

Manolillo: di a tu madre que no te niegue la carta cuando tú se la pidas, que es para ti principalmente. Ahora que tú no me has escrito ni una sola letra, y quiero que cojas la pluma y la rompas escribiéndome. No te preocupes si tu madre no entiende lo que me escribas: yo lo entenderé perfectamente. Dime si has recibido el caballo y el carro que te mandé. Al caballo le metí en la barriga una sorpresa que saldrá en cuanto lo rompas si no se pierde en el camino. No sé qué pasa con tus juguetes que se retrasan, el perro por ser perro y el caballo por llevar carro. A lo mejor llego yo antes que ellos, que te agradará más. No pierdas el apetito, que no tenga que llamar exagerada a tu madre por decirme que estás muy gordo. Hermoso sé que te encontraré, y alegre porque tu sangre es así. Hoy quiero que seas tú quien des a tu madre besos y abrazos muy apretados de mi parte, y tú te quedas con la parte mayor del cariño de vuestro

MIGUEL.



A Josefina Manresa (278)      (5 de enero de 1942)


Josefina, si hace buen día te espero de una a una y media. Hazme un guisado de pescado blanco, con una patata sola y como una taza de caldo que esté aceitoso. No me mandes nada más de comer. Las dos lecheras de sustancia, desde luego, que no falten. Procura que el guisado venga hirviendo para comerlo algo caliente. Si hace mal día no vengas, que el médico me ha dicho ayer que debiera esperar dos o tres días. Pero yo quiero ver a mi hijo y a mi hija y dar al primero un caballo y un libro con dos cuentos que le he traducido del inglés.

Bueno, nena, hasta luego. Está haciéndose de día y creo que habrá sol.

Besos para mi niño. Te abraza,


Miguel.



Archives

March 2017   February 2018   January 2022   February 2022   February 2023   January 2024   February 2024  

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Subscribe to Posts [Atom]